Los Papas Brujos







Recuento de los Pontífices que han sido asociados a la magia negra

Aún entre los Papas se dieron casos de asociación con el diablo y uso de la brujería. La escritura de grimorios y la ayuda de demonios no era algo ajeno al Vaticano.

Durante los tiempos de la Inquisición, de la caza de brujas y de la alarma constante sobre el acecho del diablo, nadie estaba exento de despertar sospechas, ni siquiera los Pontífices.

Este es un breve recuento de los “Papas brujos”.

Leon I, el Papa brujo
León I (Papa de 440-461)


También llamado León el Grande, luchó contra la religión maniqueísta que se había extendido desde África.
Probablemente los conflictos que llegó a tener con sus obispos dieron origen a los rumores que lo acusaban de practicar magia negra y brujería.

El Enchiridion del Papa Leon III
León III (Papa de 795-816)

Se le adjudicó la escritura de un grimorio llamado el Enchiridion Leonis Papae. Semejante libro de encantos, se dijo, le fue enviado a Carlomagno, quien en agradecimiento, protegió a León cuando sufrió un atentado por parte de la familia de su predecesor.

La magia del Papa Silvestre II
Silvestre II (Papa de 999-1003)


A pesar de ser un hombre interesado en las ciencias y las artes, en torno a su persona creció la reputación de que realizaba actos de nigromancia.
Se acusaba de haber ganado la silla papal mediante hechizos. Más aún, se creía que su amante era una mujer demonio llamada Meridiana. Esta criatura infernal satisfacía su lujuria y le concedía riquezas.

Silvestre II, dice la leyenda, había vendido su alma al diablo, quien le había proporcionado una cabeza de bronce que otorgaba respuestas oraculares.

La cabeza predijo que Silvestre no moriría “a menos que fuera en Jerusalén”. Tiempo después, mientras celebraba una misa en una iglesia de Roma, cayó enfermo. Recordando la profecía preguntó por el nombre de la iglesia. “La Santa Cruz de Jerusalén”, alguien respondió.

Silvestre murió sabiendo que la profecía se había cumplido.

El Gran grimorio del Papa Honorio
Honorio III (Papa de 1216-1227)

De Honorio simplemente se decía que había escrito una nueva versión del grimorio conocido como El libro negro.

El Papa Bonifacio VIII y el diablo
Bonifacio VIII (Papa de 1294-1303)


El papado de Bonifacio VIII sufrió la amenaza de las monarquías de Europa occidental. Felipe IV de Francia, a quien pretendía excomulgar, utilizó la difamación y la intimidación en su contra, incluyendo acusaciones de herejía y brujería.

De Bonifacio se contaba que había hecho un pacto con los demonios y que los conjuraba regularmente. Se creía que en uno de sus anillos tenía guardado a un Imp o diablillo auxiliar.

Aun siendo cardenal había sacrificado un gallo en una ceremonia de magia negra celebrada de noche en un jardín.

Más adelante se contó que en su lecho de agonía confesó al fin sus pactos demoníacos. Esa noche, en el momento de su muerte se desató una tempestad llena de rayos y en ella volaban dragones vomitando fuego.

La gente de Roma pensó que la ciudad entera iba a ser tragada por el abismo. Con todo, Bonifacio fue exonerado de sus cargos después de muerto.

El Papa Benedicto XIII y su bolsa de demonios
Benedicto XIII (Papa de 1394-1417)


Más conocido como el Papa Luna, fue Papa en obediencia a Aviñón. Nació en Illueca, un pueblo de Zaragoza en el reino de Aragón.

A la muerte de Clemente VII fue elegido pontífice. Pero debido al Cisma de Occidente fue condenado como hereje y antipapa.

Se decía de él que tenía tratos continuos con los espíritus y que llevaba consigo una bolsa en la que guardaba a los demonios que lo ayudaban. También se decía que buscaba por todas partes un libro de magia.

El mago Abramelin y el Papa Juan XXIII
Juan XXIII (Papa de 1410-1415)


Como Benedicto, Juan XXIII fue declarado antipapa. Se contaba sin embargo que se había hecho ayudar por el mago Abramelín para salvarse del concilio de Constanza.

El Papa Sixto V y su pacto con el diablo
Sixto V (Papa de 1585-1590)

En 1565 Sixto V fue enviado a España para investigar las acusaciones de herejía que se le habían hecho al Arzobispo de Toledo.

Con ello despertó la animadversión de los españoles, y cuando fue nombrado Papa, corrió la acusación de que tenía pacto con Satanás.

La historia cuenta que el diablo le concedió un reinado de seis años, pero pasados cinco cayó gravemente enfermo.

Cuando el diablo se presentó junto a su lecho de muerte para llevarse su alma, Sixto argumentó que aún le quedaba un año. El diablo entonces respondió que ese año le había sido recortado porque cuando aún era Papa había sentenciado a muerte a un joven al que aún le faltaba un año para morir.

Sin más que agregar en su defensa Sixto murió.

Hay que decir que durante su papado empleó grandes cantidades de dinero en obra pública como la terminación del domo de San Pedro.

También autorizó a Felipe II de España para que enviara su Armada a Inglaterra. Cuentan, a propósito de brujos, que fueron la brujas inglesas quienes levantaron las grandes tempestades que ayudaron a derrotar la armada.